martes, 13 de abril de 2010

Leyenda

Pero aún cuenta la leyenda, que allá por los años treinta, y saltándose las restricciones que imponía el matrimo y el decoro, no se hablaba de otra cosa en Plasencia. Y es que entonces las calles de la vieja población recogieron las voces que decían:

no hay en Plasencia,

otras dos beldades,

P. G. de S.

y T. S., (mi abuela).

No hay comentarios: