viernes, 27 de marzo de 2009

Desde dentro

Me pregunto si podría verlo desde dentro. Le he pedido a mis labios que me dejen, pero no han accedido. Desde que hicieron aquel examen de portero profesional se han vuelto insobornables. “Tengo aquí un traguito de Bombay para vosotros, pero tenéis que dejarme pasar”, “De eso nada, ¿tú sabes cuanta Ginebra nos ofrecen a lo largo de la noche?...Danos un beso, y te dejaremos pasar”
No encontré la forma de hacerlo, por mucho que lo intenté. Por eso sólo imagino y me pregunto. Me pregunto si mi lengua escribe graffiti con tu nombre en la parte de atrás de mis dientes cuando duerme esa úvula tan susceptible. Me pregunto si, entre dientes encontraría una copia de esa carta que perdí hace unos días. Dicen que hay que usar seda dental y enjuagarse la boca con fluor.
Me pregunto si hay un salón más allá, un salón con buena acústica para que una laringe presuntuosa ensaye esa canción que nos tiene en vela. Seguro que cuida sus membranas y ligamentos de mil maneras, y le gusta que la admiren, aunque no hay mucho público alrededor, para su desgracia. Me pregunto también si es verdad que a la puerta de los alvéolos se condensa la desgracia como las gotas de rocío sobre las hojas, provocando atelectasias de tragedia que hacen que me falte el aire, o si es el centro respiratorio, que está trabajando en un estatuto de independencia tras las numerosas amenazas de atentado suicida. Todo un misterio
Dicen que las yugulares, asustadas, están construyendo un fuerte de calcio, pues no cuentan con nada más duro y que el antebrazo ha contratado un seguro bastante completo, aunque dudo mucho que cubra Single Use Scalpels y arañazos de gato en agua caliente. Rumores, exageraciones de esas neuronas tan indiscretas que se asoman al patio a tender sus vainas de mielina en las cuerdas que tejen como arañas entre unas y otras.
Me pregunto qué me podría decir el corazón de esto. Si sabe algo o está “dormido”, como dicen las aurículas con cierto grado de femenina ironía que les confiere su carácter de sábana inestable. Y me pregunto qué es de los hematíes, que esperan a la puerta de las coronarias cada llegada de los empujadores de metro; si están tomando un agradable paseo o toca trabajar y esperan el émbolo de las 3 de la mañana.
¿Pero qué hay en los salones superiores? ¿Qué comenta la beautiful people? Como suele ocurrir en las altas esferas, guardan la compostura, desmienten la “rumorología” entre lámparas de araña, diamantes talla piramidal, tiaras de espículas dendríticas y trajes a medida. También, por suerte, inhiben los trapos húmedos en el tubo de escape y modulan la respuesta a los funerales preventivos y las noches de fiesta. Lo que les podría asegurar es que ni “deciden” ni “hacen”. Creo que están ocupadas en biotransformaciones contracorriente, almacenando recuerdos y reajustando parados en los centros de la supervivencia, que no tienen muy al día su normativa de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Sea lo que sea, es un misterio y por eso no puedo dejar de preguntármelo. Desde aquí, Papá, te animo a que intentes descubrirlo con uno de tus famosos Golgis.

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