miércoles, 21 de abril de 2010

Pensamientos

Mientras se dirigía a la facultad recordaba aquella regla que había compuesto al acariciar las manos de su abuela. Podría despreciarse a sí mismo por establecer una asociación casi incestuosa entre las mañanas después y sus recuerdos más cándidos, pero sabía lo frecuentes que eran tales prácticas entre algunas manadas de bonobos, y que la génesis de todo cariño reposaba en la sucia tierra de lo sexual. "Todo brillo puede dividirse en dos categorías, sin puritanismos: un brillo joven, lubrificado, manifiestamente sexual, y el brillo viejo de la desesperación, de las pinturas de noche y la piel cuarteada, de la gloria envejecida".
Y entretanto, comenzaba a llover de una forma vaga y cómoda, como un regalo irregular de la naturaleza, sobre los claros que en el suelo dibujaban islotes de nubes negras. Las gotas caían sobre los pensamientos morados de la Avenida de Alemania, y éstos saltaban ambiciosos cuando una de ellas acertaba de lleno en el centro de sus aspiraciones tontorronas, como sonríen los niños la mañana de Reyes, o quizás justo antes de hacer el amor.

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